Principal PRENSA Carlos Herzberg, por Julio Sánchez
Carlos Herzberg, por Julio Sánchez

Prólogo
“Tiempo vertical” enuncian algunos títulos. Parece una licencia poética, pero no lo es. Más bien se refiere a otro concepto del tiempo, no tanto a una secuencia horizontal de ayer, hoy y mañana, sino a especie de aguja intangible e infinita que atraviesa los estratos temporales en un solo punto. Carlos Herzberg concibe sus obras desde esa aguja, desde una mirada “vertical”, diacrónica.

Todo en su obra parece estar atravesado por esa verticalidad. Ante todo, el material primario de su hacer, el vidrio, cargado de sedimentos alquímicos, de tránsitos: de líquido a sólido, de caliente a frío. El modo en que Herzberg usa el vidrio no es menos “vertical”. Con precisión de cirujano logra un cuerpo de vidrio “informalista”, sin la oscuridad de los expresionistas abstractos, pues la luz es coagulación esencial de sus trabajos. Algunos informalistas (Pierre Soulange, Georges Mathieu, Franz Kline) fueron atraídos por la caligrafía oriental  y de hecho el mismo Herzberg ha experimentado el gesto caligráfico con pinceles, tinta y papel. Con la técnica del sumi-e los calígrafos buscaban convertirse en un conducto de la benevolencia infinita del Tao, no era el ego del artista quien dibujaba, sino un Todo superior que se manifestaba. Esta noción de conductor de otra fuerza está presente en la mayor parte de estas obras. En algunas, el vidrio se asocia a la madera, material provisto por el árbol, un símbolo de unión entre la tierra y el cielo, un axis mundi –eje del mundo-, un intermediario entre dos dimensiones. Un grupo de obras remiten a la forma de una barca, tradicional símbolo del tránsito de una vida a otra. Herzberg creó un gran portal de vidrio y madera, elemento clave para definir el límite entre dos territorios, el sagrado y el profano, el celeste y el terrestre. Nuestro artista es más que diestro en la técnica del sagging (colgado), que no deja de evocar el concepto tibetano de vida como estado de “suspensión” entre la muerte y el renacimiento.
Muchos momentos sedimentan las obras de nuestro artista: desde los secretos de los vitrales medievales hasta el gesto expresionista, desde la caligrafía hasta los símbolos de tránsito. Cada uno de los vidrios de Herzberg es como un haiku, un poema japonés que condensa brevemente una escena en una estación del año; o como él mismo afirma: “precipicio del tiempo, gota de agua detenida en cada instante y siempre cayendo”.

(Texto escrito para el Prólogo del catálogo de la Exposición realizada en la Galería Arroyo en Octubre 2006)

Imagenes de la Muestra realizada en Galería Arroyo - 2006 


 
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